Recuperar el Molino, legado para el próximo gobierno

Patrimonio porteño.La expropiación, votada por ley, será tarea de la próxima administración nacional. Tendrá que restaurarlo y luego cedérselo al Congreso. Hay avances en la tasación y algunas obras.


A un año de aprobada la ley de expropiación, la recuperación pendiente de la Confitería del Molino será parte de la herencia que recibirá el Gobierno de Mauricio Macri. El edificio de Callao y Rivadavia, que ya habría sido tasado, deberá ser adquirido por el Ejecutivo para cedérselo al Congreso. Después de su restauración, el plan es que forme parte de la manzana legislativa y que cuente con una confitería, un museo y un centro cultural.

El 29 de septiembre la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, designó por decreto al Ministerio de Planificación Federal como sujeto expropiante del edificio. Como con la nueva estructura ministerial esa cartera dejará de existir, el nuevo Ejecutivo deberá decidir bajo qué órbita queda la operación.

En su decreto de hace dos meses, la presidenta también instruyó al Tribunal de Tasaciones de la Nación para que estime el precio del inmueble. Aunque no trascendió el monto, esa tasación ya estaría hecha. La única pista de cuánto podría valer es que, en Balvanera, el metro cuadrado construido cotiza a 2.000 dólares. Como el edificio del Molino tiene 5.450 m2 repartidos en tres subsuelos y cinco pisos, una multiplicación señala que podría valer casi 11 millones de dólares.

Sin embargo, el mal estado de la construcción y una gran cantidad de deudas e impuestos impagos podrían disminuir esta cotización. A fines de agosto, hubo nuevas quejas por caída de mampostería y vidrios de la fachada. Y en los últimos meses, el edificio está rodeado por andamios que, más que anunciar una obra inminente, protegen a los miles de transeúntes que pasan cada día por el lugar.
Una vez que se fije un precio, habrá que contemplar el monto necesario para la compra en el presupuesto nacional. Mientras que se concreta la expropiación, el uso del inmueble quedará en manos de la Comisión Administradora del Edificio del Molino, creada por el Poder Legislativo. Más allá del pago que recibirá la familia Roccatagliata, que es la dueña de la propiedad, el Ejecutivo deberá invertir otra importante suma de dinero para la restauración. Según algunas estimaciones, la cifra podría llegar a otros 10 millones de dólares.

El edificio de la Confitería sería restaurado por el equipo de arquitectos que trabaja en el Congreso. Una de las prioridades será reparar las cubiertas para impedir filtraciones de agua de lluvia y renovar las conexiones de luz, gas y electricidad. Después restaurarán las oxidadas astas del molino, que están en la base de la cúpula y son el símbolo del edificio. Y más adelante, se encarará la recuperación de los muebles, adornos, lámparas y bronces, entre otros elementos históricos.

Desde hace casi 18 años, el edificio de la Confitería del Molino esMonumento Histórico Nacional. Además, la propiedad forma parte de un Area de Protección Histórica del Gobierno porteño y está catalogado por la Legislatura de la Ciudad con protección estructural. Sin embargo, nada impidió su lento deterioro. Como último recurso, a fines de 2014 el Congreso nacional aprobó por unanimidad una ley que autoriza su expropiación. La norma establece que, una vez que adquiera el inmueble, el Ejecutivo nacional deberá transferírselo al Congreso. Porque la idea es integrarlo a la manzana legislativa, conformada por Rivadavia, Callao, Bartolomé Mitre y Riobamba.

De acuerdo a esta ley, además, la planta baja y el subsuelo deberán ser concesionados para que funcionen una confitería, un restaurante, o un local de elaboración de productos de panadería o pastelería. Y en el resto del edificio habrá un museo dedicado a la historia de la Confitería El Molino y un centro cultural que se llamará "De las Aspas". Este último difundirá la obra de artistas jóvenes argentinos. Los recursos que se obtengan de la concesión o el funcionamiento del museo y del centro cultural se utilizarán para la gestión y el mantenimiento del edificio.

Aunque la Confitería del Molino cerró sus puertas en 1997, en los pisos superiores aún hoy sigue viviendo gente. Y ese será otro conflicto a resolver antes de avanzar con el plan que podría devolverle el brillo a una de las joyas art nouveau de la Ciudad.

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